"No existe nada en la creación, ni la mas ínfima brizna de hierba, que no sea digna de encontrar su lugar en las concepciones elevadas del arte (...) bajo su influencia, la inerte sequedad de la líneas a la que nuestros artistas industriales creen deberse sacrificar, se superará poco a poco, y nuestras producciones se animarán de un soplo de esta vida intensa que basta para explicar el encanto secreto del que toda obra de arte de Japón está impregnando".

Samuel Bing, «Programme», en Le JaponArtistique. vol. 1. n. 1, p. 7.

El Japonismo es el término que se utiliza para denominar la influencia del arte japonés en el arte occidental. El origen de esta palabra es discutido: según unos proviene de Julies Claretie en su libro L’Art Francais en 1872, publicado ese mismo año, mientras que otros sostienen que fue Zola el primero en acuñar este término.

El Japonismo dio inicio con la llegada de estampas niponas, llamadas ukiyo-e, a París. Específicamente, ukiyo-e es la técnica del grabado policromo, que se caracterizaba por la captación de escenas espontáneas, algo que fascinaría a artistas franceses impresionistas.
En dichas escenas la figura de la geisha desempeñaba un protagonismo considerable, así como en otras manifestaciones artísticas como la literatura o la ópera. Del mismo modo, es destacable la representación de actores de kabuki (forma de teatro japonés), de luchadores de sumo, de chonin (burguesía nipona) o de samuráis.


Vista del Monte Fuji. Ukiyo-e de Hiroshige, de 1859


El artista francés Félix Braquemond, alrededor de 1856, entró en contacto con este arte con el libro de esbozos Hokusai Manga, en el taller de su impresor: el libro estaba siendo utilizado como papel de embalaje de un pedido de porcelana. A pesar de este primer contacto con obras japonesas, la mayoría de estampas que llegaban a Occidente eran de artistas contemporáneos a la época (décadas de 1860 y 1870) y tuvo que pasar algún tiempo hasta que se empezaran a valorar los trabajos de artistas de generaciones pasadas. Los autores principales de este movimiento fueron:

Utamaro 1754 – 1806
Hokusai 1760 – 1849
Hiroshige 1797 – 1858


Se debe tener en cuenta que a mediados del siglo XIX, Japón abre sus fronteras para el intercambio comercial, cosa que facilitó que el arte nipón llegara a occidente. Las exposiciones universales que se daban en la época, como la de Londres en 1862 o la de París en 1867, ayudaron a su difusión. La sección japonesa de esta última exposición supuso una revelación para Morris y su discípulo Arthur Lasenby Liberty, quien llegaría a fundar una tienda de decoración basada en objetos del Extremo Oriente.

Con esta exposición, el arte del japonismo quedaría consolidado. En 1868 la revista La Vida Parisina publicaría un artículo sobre “la moda del Japonismo” y, un año después, Ernst Chesnau publicaría un libro dedicado exclusivamente al arte nipón: L’art Japonais.

Otro medio de difusión del Japonismo de gran eficacia fueron las revistas ilustradas que acompañaban sus textos con grabados y fotografías. En 1888, Samuel Bing creó la revista sobre arte Le Japon Artistique, creada en un momento en el que el Japonismo se había extendido masivamente y la gente demandaba más información sobre este movimiento. Dos años más tarde, Bing organizó la primera gran muestra retrospectiva de ukiyo-e en la Escuela Nacional de Bellas Artes, cuando ya había grandes coleccionistas de las estampas japonesas, tales como Monet.

Teniendo en cuenta la amplitud del término, el Japonismo puede identificarse fácilmente a través de las siguientes características a nivel formal:

-El fervor por la naturaleza.

-El uso de colores planos y vibrantes.

-El predominio de líneas claras, descriptivas y decorativas. Uso de las línea para destacar el volumen de las figuras, sin necesidad de sombrearlas, para resaltar el color puro. Edouard Manet será uno de los primeros en utilizar la línea de una manera acentuada.

-La asimetría e irregularidad, fruto de la falta de perspectiva, la luz sin sombras y las áreas planas en las composiciones.

-La libertad de composición, al colocar a los sujetos descentrados organizándolos en ejes diagonales. Es el encuadre fotográfico (el motivo principal no centrado), rápido, fugaz, con impresión de movimiento.

-Se trata de un estilo muy decorativo, especialmente representativo en los primeros años del Japonismo.

-Suele emplear frecuentemente materiales que dan a la obra aspecto de gran riqueza.

-Agrado por el color dorado y los fondos del mismo color.

-Tranquilidad y austeridad.

-En ocasiones, las manifestaciones artísticas están impregnadas de un halo religioso-espiritual.

-Centrado en temas de la vida cotidiana, actividades comunes y corrientes, sin temas históricos ya que predominan imágenes del teatro, de la calle y reuniones sociales o labores domésticas. También el paisaje en sus diferentes estaciones del año.
Katsushika Hokusai fue un polifacético y productivo artista (pintor, dibujante y grabador).
Nació sobre 1760 en Edo (actual Tokyo). Sobre los 5 o 6 años ya empezó a dibujar y desarrollar su pasión sobre la pintura. Hokusai quedó huérfano siendo muy pequeño, por lo que fue adoptado por un prestigioso artesano que realizaba espejos para la corte del Shogun. De joven, Hokusai trabajó como vendedor en una librería y a los 15 años entró como aprendiz de grabador y xilógrafo en un taller. Con 18 años, se convirtió en el discípulo y aprendiz de Shunsho, el maestro de la escuela ukiyo-e. Aprendió la técnica del grabado con planchas de madera, especializándose en el retrato de actores, y un año después empezó a publicar sus primeros trabajos con una técnica ya dominada. También trabajó con otros pintores como Hiroyuki y Torin y estudió pintura europea.

Ciruelo y Luna, Hokusai

Sobre los 20 años se casó, y la vida familiar le pudo influenciar en sus diseños en los que aparecen actores y mujeres en paisajes históricos y jardines utilizando la técnica uki-e (técnica occidental de la perspectiva), e impresiones de niños. Sus textos y libros de ilustraciones dieron la vuelta a temas históricos y didácticos; y su trabajo en el género Surimoro durante toda la década siguiente marcó uno de los puntos culminantes de su carrera.
Al comienzo de la década de 1790 sufrió la muerte de Shunso y su esposa, quedándose solo con tres hijos. En 1797 volvió a contraer matrimonio y cambió su nombre al ahora conocido, Hokusai. Este momento marcó el inicio de su apogeo artístico. En este periodo utilizó toda la gama del arte ukiyo-e: publicó una serie de importantes retratos femeninos, libros ilustrados, ilustraciones de antologías de versos, libros eróticos, libros a mano, bocetos, surimonos y tarjetas.
Más tarde, profundizó en la representación de paisajes y escenas históricas, donde la figura humana desempeña un papel secundario. Y finalmente introdujo en su estilo la técnica de la perspectiva y el colorido occidental.
Empezó el siglo haciendo ilustraciones del yomihon y novelas históricas. A raíz de esto, su estilo comenzó a sufrir cambios importantes. Su trabajo, cada vez con mayor alcance, perdió delicadeza y Hokusai tendió a poner más énfasis en temas clásicos tradicionales, especialmente la representación de samuráis, guerreros o temas chinos, y a alejarse del mundo del ukiyo-e.

Sumidagawa Seika no sato, Hokusai

Por esa época también empezó a estudiar el arte de la ilustración de novelas, y a partir de 1814 empezó a editar libros de dibujos “manga”, reproduciendo la vida y actividad del pueblo en sus tareas cotidianas, además de series de escenas mitológicas, de animales, de plantas y paisajes. Dos años antes, su hijo, el cual era una buena fuente de sustento, murió, por lo que es posible que por razones económicas Hokusai se centrara en la ilustración de libros y copias de grabados diseñados para artistas aficionados.

Cortesana, pintada sobre seda, Hokusai

Peonia y Canario, Hokusai


Como artista, contribuyó a dar una nueva dimensión al ukiyo-e, convirtiendo al paisaje y a la pintura de flores y pájaros en géneros autónomos y reconocidos. Supo combinar colores, perspectivas y detalles, representando la naturaleza a veces con un realismo radical. Durante toda su carrera artística tocó temas muy diversos, pasando de burdeles a imágenes religiosas budistas y de plantas a grandes paisajes. Además de caricaturas satíricas, el diseño de arquitecturas religiosas, paisajes en miniatura y panoramas. Fue un gran innovador, ya que llegó a utilizar como instrumentos pictóricos huevos, botellas y los dedos. Se calcula que su obra abarca unas 30.000 estampas e ilustraciones para casi 500 libros. Su serie más famosa es las “36 vistas del Fuji”, que ha sido considerada por la crítica como la obra cumbre de la pintura paisajística japonesa. Desde mediados del siglo sus grabados llegaron a París, donde se coleccionaban con gran entusiasmo y tuvieron mucha influencia sobre los impresionistas como Monet, Degas y Toulouse-Lautrec.

Vista del Monte Fuji bajo ola de Kanagawa, Hokusai

36 vistas de Fuji: Soshu umezawa-sai, Hokusai
Muchos autores franceses, como Manet, Pierre Bonnard, Renoir, Degas o Toulouse-Lautrec, se vieron atraídos por este arte, alejado del arte greco-romano, ya que consideraban que era una forma de mantener la distancia con la mentalidad artística occidental que se imponía en las academias.

Los impresionistas se identificaron profundamente con las estampas de los maestros de las ukiyo-e de un siglo atrás, ya que estos eran muy modernos en la forma de representación y tenían en común el interés por la vida cuotidiana, la naturaleza en sus diferentes épocas del año, los paisajes, los temas triviales como campesinos trabajando, la vida de la ciudad, las mujeres en quehaceres diarios o el teatro.

Algunos artistas impresionistas que se pueden destacar son:

Claude Monet
Se vio influenciado por Utamaro. La influencia de este maestro nipón en su obra “La Japonesa” es muy marcada. Monet representó a una mujer vestida con kimono y abanicos que recuerda a las hermosas y seductoras mujeres japonesas que pintaba Utamaro.

La Japonesa, Monet

Japonesa pintada por Utamaro



Toulouse-Lautrec
Este autor también estuvo influenciado por el arte de Utamaro. Lautrec utilizó colores planos, líneas negras con gran riqueza para resaltar ciertas zonas, tal y como se utilizaban en las estampas japonesas. En cuanto al tema de su obra, Lautrec pintó las bailarinas del Moulin Rouge en una pose muy atrevida para la mente occidental pero no para la oriental, ya que los nipones presentaban otro concepto del erotismo, tal y como se veía en las obras de Utamaro en las que representaba las mujeres del barrio de los placeres de Edo (nombre del antiguo Tokyo).


Salón de la rue des Moulins, Toulouse-Lautrec

Japonesa, pintada por Utamaro


Cabe destacar que incluso la firma de Lautrec estaba inspirada en los sellos japoneses que venían en las ukiyo-e. No sólo el diseño ya que el pintor también utilizó en algunas de sus obras el color rojo para firmar, igual que los autores japoneses.



Paul Cézanne
Cézanne pintó una serie de obras sobre su querida montaña Santa Victoria, que representó en 44 óleos y 43 acuarelas, claramente influenciado por las 36 vistas al Monte Fuji de Hokusai. Prueba de ello es el enfoque fotográfico que utiliza Cézanne en sus obras tal y como hacían los autores nipones del ukiyo-e de un siglo atrás.

La montaña Sainte Victorie, Cézanne

Monte Fuji, Hokusai



Van Gogh
Van Gogh se sintió muy atraído por las estampas japonesas con las que no sólo se inspiró para sus propias obras sino que además copió algunas estampas de Hiroshige y enmarcaba sus trabajos en marcos de madera lacada y signos japoneses.

Puente, por Van Gogh

Puente, por Hiroshige



El pintor quedó impresionado con el tratamiento del color de las estampas, así como de su perspectiva sin punto de fuga.

Además, Van Gogh incluye en sus representaciones de árboles el movimiento típico de las estampas niponas, con las ramas de los árboles en primer plano y retorcidas, así como sus troncos.

El ciruelo en flor, Van Gogh

El ciruelo en flor, Hiroshige

Green y Green, hermanos y arquitectos del movimiento Art and Crafts, tuvieron un profundo interés por la arquitectura nipona que estaba dejándose ver en los últimos años del siglo XIX en las exposiciones universales.

The Gamble House

Frank Lloyd Wright, procedente de Estados Unidos, es uno de los principales arquitectos del siglo XX por su arquitectura orgánica y funcional. El arquitecto describía la relación entre esta arquitectura orgánica y el Japonismo como que ambos concebían su diseño como un intento de acercamiento a lo espiritual.
The Robie House

Estuvo profundamente influenciado por el arte y las estampas japonesas. En 1916 viajó a Tokyo para realizar un encargo del Emperador de Japón: diseñar y construir lo que sería el Hotel Imperial.
A partir de su estancia en el país, Wright vio de cerca los paisajes nipones de las estampas que admiraba y que le servirían para la creación de sus edificios, en los que introducía la sencillez, la horizontalidad, la asimetría y la conexión con la naturaleza. El arquitecto definía el arte japonés como “nearer to the earth . . . than any European civilization alive or dead."
The Tomas Hardy House

The Fallingwater House

Otros arquitectos influenciados por este movimiento fueron Adolf Loos, Gerrit Rietveld, Mies van de Rhoe o Philip Johnson.
Pabellón de Alemania para la Exposición de Barcelona, 1929. Mies van der Rohe

The Glass House. Philip Johnson

El descubrimiento de la cultura japonesa a mediados del siglo XIX supuso una gran fascinación por parte de los países europeos. Este hallazgo influyó en todos los ámbitos culturales de la sociedad europea de la época, incluyendo la publicidad.

Durante la segunda mitad del siglo XIX eran muy habituales los anuncios gráficos de inspiración japonesa que evocaban el exotismo sobre los productos publicitados. Asimismo, la publicación de anuncios con alusiones japonesas hizo que se incrementara la moda del Japonismo.

En España, durante este periodo, la seducción por lo japonés fue algo menos intensa que en otros países europeos debido a las escasas relaciones con Japón y a la introversión de la sociedad durante el cambio de siglo. Sin embargo, en Barcelona se produjo un notable desarrollo del Japonismo gracias a su apertura a Europa, a su gran industria gráfica, a la Exposición Universal de 1888 y al Modernismo.

Por tanto, hubo publicidad con alusiones al Japonismo pero en menor medida. Más concretamente, el Japonismo tuvo un gran éxito principalmente entre mujeres de la media y alta burguesía, destacando los ambiente festivos. Además, este tipo de publicidad pertenecía principalmente al sector de la cosmética y los perfumes, aunque también hubo otras manifestaciones en menor medida en el sector de la alimentación y de la decoración.

El Japonismo en la publicidad europea

París y Londres fueron las capitales europeas que tuvieron una relación más estrecha con Japón y que más intensamente manifestaron la influencia del Japonismo en su vida cultural a finales del siglo XIX.


Los periódicos reflejaron las aportaciones japonistas en el terreno de la publicidad. Estos anuncios se caracterizaron por la aparición de mujeres japonesas vestidas con el tradicional kimono y con una sombrilla de original estampado. Además, la mayor parte eran anuncios tipográficos, que destacaban por el inteligente uso de las leyes del contraste entre el fondo blanco y el texto en negro.

Marcas Principales y Campañas Publicitarias

La marca más importante de la publicidad japonista fue Grossmith's Hasu no hana, que se anunció asiduamente desde 1907 hasta la década de 1920; y producía perfume, agua de tocador, bolsitas perfumadas, jabón, dentífrico y polvos faciales. Sus campañas se caracterizaban por su detallada ambientación en el Japón tradicional. En sus comienzos, los anuncios resaltaban el diseño de los envases de perfume. Más adelante, en los años veinte su publicidad utilizaba ilustraciones de mayor tamaño, altamente elaboradas y preciosistas, que representan el ejemplo más claro del Japonismo publicitario.




Otras marcas que utilizaban elementos formales japonistas son Japanese Violet, Lundborgg's famous perfume, Pear's Soap, Srubb's Ammonial, Corylopsis du Japon y Amaryllis du Japon, todas ellas del sector de la cosmética.

Japonismo en la publicidad española

Al igual que en Europa, el gusto por Japón fue reflejado por la sociedad española de la época y quedó plasmado en los anuncios publicitarios gráficos. También hay que destacar que el Japonismo apareció principalmente en anuncios del sector de la cosmética y perfumes, aunque también se dio en decoración, alimentación, y automoción.

Durante la etapa artística del Japonismo, desde segunda mitad del siglo XIX hasta 1940,podemos diferenciar dos etapas en publicidad.

1.La primera abarca desde su comienzo hasta principios del s. XX, y se caracteriza por que los anuncios eran en blanco y negro, de pequeño formato, poseían grandes contrastes al utilizar blanco y negro, con ilustraciones vistosas y tenían que repetirlos en cada número porque competían en la misma página con muchos otros.


Destaca la tipografía utilizada ya que está formada por cañas de bambú que conceden un ambiente oriental al anuncio. Asimismo, la japonesa ataviada con un kimono y una flor potencian el valor japonista de la marca. También nos llama la atención el frasco del perfume que posee un cuello muy estilizado, claramente llamativo. La finalidad de promocionar un producto oriental a través de un medio gráfico no sólo está en mostrar el producto en sí mismo, sino que también el anuncio por sí solo destaca entre los demás debido a su carácter exótico.

Este anuncio de Corylopsis del Japón fue el primero en utilizar concienciadamente el contraste del blanco y negro. La simplicidad, horizontalidad y el contraste hacen que la mirada se desvíe automáticamente hacia él. Además, no sólo la tipografía es de aire japonista, sino que también aparecen ideogramas japoneses, conocidos como Kanji, también en posición horizontal.



2. La segunda etapa, desde la segunda década del siglo XX hasta la década de los cuarenta, se empieza a utilizar el color en los anuncios, con un formato mayor de página entera, y diseñados por famosos ilustradores. A grandes rasgos, los anuncios ya no son tan sencillos y muestran una elaboración mayor.

El siguiente anuncio fue diseñado por Lyogorri en 1915 y destaca la vestimenta de la modelo y el recogido que corresponden claramente con un aire japonés. La modelo está sentada en el suelo haciendo pompas con el jabón anunciado. El mobiliario compuesto por un gran jarrón de porcelana y una mesita lacada también se identifican con el Japonismo, al igual que los kanji a modo de firma.



Este anuncio de Heno de Pravia corresponde con los últimos años del Japonismo y retrata la próspera década de los años veinte ya que representa a la mujer moderna, erótica y frívola. También refleja a los anuncios que con una gran sencillez, consiguieron grandes resultados.
La influencia del Japonismo en la tipografía occidental es, sin duda, difícil de determinar. Por un lado, está claro que el mundo oriental ha influenciado prácticamente todas las figuras representativas que conocemos actualmente; por el otro, parece que hablando estrictamente de influencia tipográfica las comparaciones son más difíciles.
Lo que sí es cierto es que desde que en el siglo XIX Japón empezó a descubrir sus tradiciones y su mundo a los países de Occidente, el interés por su cultura y su arte fue en aumento constante. Como ya sabemos, muchos artistas empezaron a incluir partes del estilo artístico japonés en sus obras, y quedaron rápidamente impresionados por su simple trazo y sus vistosas figuras.
Pero no fue eso lo único que impresionó a los artistas de la época. Hay algo que, incluso hoy en día, guarda belleza y misticismo al mismo tiempo incluso para aquellos que no logran entenderla. Se trata de la tipográfica japonesa, quizás uno de los elementos de oriente que más fanatismo ha traído en los últimos tiempos.

El ciruelo en flor, Van Gogh


Por ejemplo, esta obra impresionista de Vincent van Gogh es una clara muestra de la curiosidad por el arte japonés, pero sobretodo por la tipografía japonesa. Como vemos, Van Gogh utilizó caracteres japoneses para decorar los bordes de su ilustración. No nos hace falta entenderlo para descubrir en estas letras el misticismo y la belleza de la que hablábamos y que, sin duda, acompañan también al resto de la imagen.

Por otro lado, el Art Noveau es posiblemente uno de los movimientos que más influencia ha recibido del orientalismo (lo que sin duda incluye el japonismo). El cartelista Toulouse-Lautrec sea quizás el máximo paradigma de ello. E aquí un buen ejemplo.

Reine de Joie, Toulouse-Lautrec

Como vemos, las figuras son simples, estiradas y con trazos simples, todo ello influenciado por el estilo nipón. Sin embargo, hay que destacar también la tipografía utilizada en la parte inferior de la imagen. Es posible que no se trate de caracteres japoneses esta vez, pero no hay ninguna duda de que las características de esta tipografía no difieren demasiado del estilo de los caracteres directamente japoneses. Mucho más si lo intentamos comparar con el resto de las figuras del retrato. Lo que decíamos: trazos simples y secuencias vistosas pero poco cargadas.

Pero si lo que queremos es hacer referencia exclusivamente a lo tipográfico, quizás tengamos que fijarnos mejor en la tipografía de William Morris, uno de los diseñadores más influyentes del siglo XIX, y el máximo exponente del movimiento Arts and Crafts, que tanta repercusión tuvo en el siglo posterior. Si observamos una de sus tipografías (Troy type), veremos que las influencias orientales son claras. En este caso, lo más influyente no es la simpleza del trazo japonés, sino más bien el uso de motivos naturales y modernistas, así como su estilo rocambolesco que nos hace pensar que tiene influencias claramente orientales. Como vemos, es difícil observar una obra y no ver reflejos de carácter oriental en este siglo: la influencia se encuentra en su máximo apogeo.

Troy Type, William Morris

Pero la influencia tipográfica va más allá de lo que encontramos en las obras modernistas. Si repasamos las influencias en la publicidad (ver Japonismo y publicidad), observaremos que las apariencias japonesas en la tipografía también son comunes.
Por ejemplo, en este anuncio tradicional en blanco y negro, se puede destacar la tipografía de Kananga du Japon, que está formada por cañas de bambú y denota una innegable influencia del orientalismo en ésta.

Kananga du Japon


Otro ejemplo sería este anuncio de Corylopsis del Japón, en el que destacamos, de nuevo, una tipografía de raíces claramente japonesas. Con trazos verticales y horizontales, pero nunca diagonales, al mismo tiempo que exóticos y directos. Por si no fuera poco, también encontramos otros caracteres directamente japoneses, los Kanji, también en posición horizontal, debajo de la figura.

Corylopsis del Japon
Los motivos naturales, especialmente la estética floral, cobran una importancia absoluta en el mobiliario inspirado en el Japonismo. De ellos también destaca su distribución asimétrica y habitualmente el dorado toma presencia.


Vitrina, Emile Gallé. 1900


Estos ejemplares de mobiliario muestran la combinación de una evidente ornamentación con la elegancia, que queda lejos de cualquier estridencia.



Gustave y Christian Herter. Finales siglo XIX.


Pero el Japonismo también lo identificamos en diseños más austeros, como lo es la mesa de Lloyd, de 1912-1915. La decoración desaparece y son las líneas las que toman el protagonismo.


Y si hablamos de líneas es inevitable hacer referencia al kumiko, referido al entramado en forma de rejilla, que lo podemos encontrar aplicado a diferentes piezas, éstas más actuales.

Estantería


Shojis, puertas correderas utilizadas para la separación de espacios.

Biombo

Además de en el mobiliario, el Japonismo se extendió en multitud de elementos de decoración.

Bordado de pared, 1910-1929. Anna Frances Simpson.

Este bordado de hilo de seda sobre lino introduce la representación de la naturaleza a través de un ciprés. Sus ramas indican linealidad y asimetria mientras que los colores plasmados, sin generar contrastes, contribuyen a crear un conjunto que transmite quietud.
Ésta es una obra procedente del Newcomb College, reconocido especialmente por su producción de cerámica y estrechamente relacionado al Arts & Crafts, de modo que vuelve a quedar patente la relación del Japonismo con otros movimientos artísticos.


El mokume es una técnica japonesa datada del siglo XVII que consiste en intercalar diversas láminas de metales diferentes y que se utilizaba originalmente para el adorno de las espadas de los samuráis.

Jardinera, 1878. Émile Reiber.

El contraste de materiales de esta jardinera, que contiene oro, bronce y plata, es un ejemplo del impacto que tuvo esta técnica en Europa y que también se extendió a América. Además, cabe destacar la decoración floral típicamente oriental.
Este objeto o uno muy similar fue exibido en la Exposición Universal de París de 1878.

El paisaje asimétrico, la delicadeza en las formas y el uso de plata y de un baño dorado hacen indiscutible clasificar esta pieza dentro del Japonismo.

Vajilla, 1879-1890. Frederick Elkington.

La producción de elementos decorativos de artistas ingleses suscitó interés en América. En este sentido, es significativo el paralelismo entre el plato de Elkington y este jarrón, producido por la americana Gorham Manufacturing Company.